Música Chilena:
La Colonia
La música popular en el periodo colonial y durante el proceso de independencia estaba influenciada por la iglesia y por las bandas militares, pues en el país había pocos instrumentos y pocos lugares donde aprender a tocar un instrumento. Durante los siglos XVII y XVIII la organización musical española se hizo presente en todo el continente Americano con rigor y uniformidad. Esta organización, regia también para el repertorio musical que había de ser interpretado en el Reino de Chile. Sin embargo, unos pocos entre los más adinerados, podían costear el lujo de los instrumentos y la música europea, aun así, la música no era una prioridad para las élites de la época.
- La Iglesia
En las iglesias más importantes como las catedrales de Santiago y Concepción, o La Serena y Valdivia, se cantaba música gregoriana y polifonía renacentista de las escuelas de Sevilla, Toledo y Roma, vale decir obras de Morales, Guerrero, Victoria y Palestrina.
Los cabildos eclesiásticos eran los encargados de mantener un conjunto de músicos, cantantes e instrumentistas para que adornaran los oficios religiosos. La supervisión general de la música catedralicia estaba a cargo del chantre y más tarde, del sochantre (encargado del Canto llano) y del maestro de capilla. Existían normalmente dos coros con responsabilidades diferentes en los oficios religiosos, El Coro Bajo y el Coro Alto. El Coro Bajo interpretaba sólo canto gregoriano y en el participaban eclesiásticos y niños llamados seises, le correspondía acompañar distintas partes de la misa, como el Introito, Kyrie, Gloria, Gradual, Alleluia, Tracto, Credo]], Ofertorio, Sanctus, Agnus Dei, Comunión y las respuestas al celebrante.
El Coro Alto estaba encargado de la interpretación de obras musicales agregadas al oficio religioso, que "exaltaran la devoción". Estas eran, principalmente, obras polifónicas enviadas desde Lima, y las compuestas por el maestro de capilla.
Siglo XIX
En el siglo diecinueve, con el final del periodo colonial y la transición a una república independiente, la música y otros aspectos de la cultura, gradualmente comenzaron a adquirir una identidad nacional.
Durante este siglo comienzan a llegar más instrumentos, como los pianofortes, sustituyendo a los claves. En 1820 durante el gobierno Bernardo O'Higgins se publica un decreto que libera de tributos tanto a instrumentos musicales como a partituras. Esto, que seguramente pretende beneficiar a las bandas militares, facilitó el comercio de instrumentos y partituras, bajando su costo y beneficiando de paso a la población civil. El 20 de agosto de ese mismo año, se estrenó la primera melodía del himno nacional, compuesta por Manuel Robles; tal melodía permaneció como oficial hasta 1828, cuando fue reemplazada por la de Ramón Carnicer i Batlle. Por aquellos años se bailaba el minueto, rin, saraos, y la contradanza. El propio O'Higgins poseía temperamento artístico refinado, y había aprendido piano en Londres. En su casa de Chillán mantenía uno de estos instrumentos, con el cual animaba encuentros sociales, y es sabido que ya al final de sus días en Lima, tocaba un armonio.
Es sabido también que otro de los próceres de la independencia de Chile, Manuel Rodríguez era aficionado a la música y cantaba con una hermosa voz de bajo.
- Bandas militares
Desafortunadamente, durante el periodo conocido como la Patria Vieja las orquestas militares no tuvieron gran desarrollo. Se organizó una pequeña banda que en su mayor parte estaba compuesta por los músicos de la Catedral de Santiago. La dirigía el clarinetista Guillermo Carter, profesor de Juan José Carrera, y fue agregada al batallón de Granaderos. La primera vez que se escuchó en público fue para celebrar el tratado de Lircay. De ahí en adelante, la banda tocaba la retreta en las noches, saliendo de la Plaza de Armas en dirección del cuartel de San Diego. Sin embargo, jamás siguió a campaña a su batallón ni a ningún otro. Tras la reconquista Española, la banda fue reemplazada por la del Real Regimiento de Talavera de la Reina, que constaba de 10 tambo
res mayores, 8 tambores segundos, 4 pífanos y 4 trompetas. Esta banda tocaba frente a la cárcel, y debido a las bellas canciones españolas que por primera vez se oían en Santiago, alcanzó cierto grado de popularidad entre la población.
El Ejército de los Andes, tuvo dos bandas: la del Batallón No. 8, dirigida por Matías Sarmiento, y la del Batallón No. 11, integradas por negros africanos y por criollos argentinos uniformados a la turca. La base de ellas fue un conjunto de 16 esclavos que Rafael Vargas, vecino de Mendoza, envió a Buenos Aires para instruirlos en música. Además, encargó a Europa un instrumental completo, de manera que, a los pocos años, regresó a Mendoza una excelente banda de profesores que amenizaba las fiestas privadas y cívicas de la ciudad. Cuando San Martín declaró la libertad de los esclavos, Rafael Vargas le entregó sus músicos e instrumentos. Fueron éstos quienes tocaron las llamadas de combate y los pasos de carga que, en la Batalla de Chacabuco y Maipú, enardecieron el arrojo de las tropas del Ejército Libertador. También deleitaron al pueblo durante la proclamación de Bernardo O'Higgins como Director Supremo de Chile, tres días después del triunfo de Chacabuco.
- Las Chinganas
La música popular también contó con un auge en esta época, los llamados "Bailes de la tierra" estaban normalmente prohibidos en los salones. En cambio, en las Chinganas que eran espacios abiertos de entretención popular, con música y comida, se bailaba La Zapatera, El Cuando, y la Zamacueca. Esta última, había llegado en 1824 desde lima, y con el tiempo evolucionaría en la Cueca. La cueca se convertiría más tarde en el baile nacional de Chile.
- Sociedad Filarmónica
Isidora Zegers, junto con José Zapiola Cortés y Manuel Robles Gutiérrez, fundaron en 1826 la “Sociedad Filarmónica” en Santiago, una organización de gran importancia por ser la primera en su género. Esta sociedad buscó impulsar el valor social de la música, especialmente entre la juventud. La sociedad filarmónica realizó 6 conciertos entre 1926 y 1928, estos son un hito importante para el país, sin paralelo en las décadas que lo precedieron. La sociedad filarmónica, logró exponer la música más allá de los salones privados y las tertulias, a las que solo unos pocos privilegiados tenían acceso.
- Tonadilla escénica
La tonadilla escénica, que en su forma más simple consiste en una canción a una voz, era un elemento imprescindible durante los entreactos de toda comedia o drama puesto en escena. Esta duraba entre 15 y 20 minutos y su argumento era jocoso o satírico. De ella derivó el sainete, con canciones y bailes populares de carácter cómico, acompañados de un pequeño grupo de músicos. El maestro Pedro Bebelaqua, profesor de clarinete y maestro de Diego Portales, había dirigido en Santiago, en el teatro de Arteaga, las tonadillas de Antonio Aranaz y otros compositores españoles.
- Ópera en Chile
Pezzoni-Bettali fue la primera compañía lírica en actuar en Chile (1830). En la ciudad de Valparaíso estrenó El Engaño Feliz, ópera bufa de Gioacchino Antonio Rossini, autor ya famoso en Chile gracias a la influencia de Isidora Zegers. La compañía, interpreta además de Rossini, otras obras seleccionadas de Óperas italianas, entre cuyos autores estaban Mercadante, Cinci Paini y Paër. El éxito de estas primeras presentaciones acelera el proceso de introducción del género en Chile. En 1844 son llamadas desde la ciudad de Lima, Teresa Rossi y Clorinda Pantanelli. Desde un punto de vista negativo, la relevancia de la ópera italiana fue tal, que los maestros Austro Alemanes y Franceses; Mozart, Wagner, Gluck, Rameau y otros eran prácticamente desconocidos.
La primera ópera chilena fue compuesta por Aquinas Ried, Médico cirujano, compositor y dramaturgo de origen bávaro, que se había radicado en Chile. Fue él quien aborda crear por primera vez el género en tierras chilenas. Entrega en 1846 el manuscrito de la Telésfora", Ópera heroica en tres actos, editada en la ciudad de Valparaíso. Esta ópera estaba escrita en castellano, lo que no era usual en la época. El texto estaba inspirado en las luchas por la independencia, lo que es otro factor que llamó mucho la atención, por desgracia, a causa de diversos inconvenientes no se pudo llevar a cabo la representación de este drama lírico, pero uno de sus coros, titulado '"Ea, campesinos, venid, fue arreglado por Guillermo Frick en 1855 y ejecutado con cierta regularidad.
El mismo Aquinas Reid va a seguir cultivando el género el resto de su vida, entre 1860 y 1869 (año de su muerte), compone Il Grenatiere, Walhala y Diana, dejando fragmentos de otras cuatro obras en diferentes estadios de elaboración.
La ópera italiana cobró gran fuerza en Chile, incluso en desmedro de otros estilos. Se hizo necesaria la construcción de un teatro adecuado, dando origen así al Teatro Municipal de Santiago, inaugurado el 17 de septiembre de 1857 con la ópera Ernani, interpretada por una compañía italiana especialmente contratada para la ocasión. Más tarde, mientras se re-construía el Teatro Municipal, afectado por un incendio que lo destruyó el 8 de diciembre de 1870, se levantó el Teatro o Alcázar Lírico, en Moneda, entre las antiguas calles de Peumo y Cenizas, actualmente Amunátegui y San Martín. Desde su estreno, las 1.700 personas que albergaba asistían preferentemente a representaciones de opereta francesa y Zarzuela.
Referencia Bibliográfica: https://es.wikipedia.org/wiki/M%C3%BAsica_de_Chile